El problema de las religiones es el contenido, no el continente. El debate sobre este tema se enfoca desde una óptica neoliberal e individualista. No hay nada reaccionario en construir una comunidad que gire en torno a un lugar en el que encontrarse cada fin de semana. Lo negativo hasta ahora han sido los valores de esas comunidades.
Con este planteamiento que hago de una religión no dogmática, atea/agnóstica o no teísta —también para deístas y panteístas—, lo que quiero es colaborar en un cambio en la forma de entender la realidad. No solo para quienes han alcanzado un estatus en la sociedad que les permite vivir de forma aparentemente independiente, también para quienes viven en los pueblos o en los barrios, principalmente en entornos no individualistas, con menor nivel de recursos económicos que la media de cada sitio y que necesitan ayudarse de manera importante unxs a otrxs para salir adelante.
En las últimas décadas, multitud de personas se ha desentendido de las religiones pero hay gente que, incluso en el supuesto de que quisiera, no podría hacerlo, por razones psicológicas, sociológicas y económicas. Estas, como fenómeno cultural, aportan un gran componente social a la vida, al tiempo que se ocupan de calmar en las personas su angustia ante la muerte.
Es momento de construir una nueva, que sea diferente, con la esperanza de que se haga conocida, masiva y se convierta en una alternativa ante las tradicionales. Esta trataría además, de ofrecer una opción atea/agnóstica o no teísta, con vistas a acabar en un futuro con el oligopolio que tienen las grandes creencias teístas. Cada una de ellas es la mayoritaria en determinadas áreas del planeta, podríamos decir que se reparten el globo terráqueo.
El propósito de todo esto es que se formen nuevas comunidades de mujeres, personas de géneros no binarios y hombres, en las que haya fuertes interacciones basadas en los cuidados y existan diferentes maneras de comprender nuestra existencia, pero conseguirlo sin alejar a nadie de su entorno tradicional. No debemos actuar como lo que podría ser calificado como una secta destructora de la personalidad.
Con estas nuevas comunidades podríamos luchar contra la soledad, que tan problemática se vuelve a medida que nos hacemos más mayores y dependientes y dotar de un extra de sentido a multitud de vidas que lo puedan necesitar.
Pareciera que las religiones solo pudiesen formar entidades caducas, que a partir de la Ilustración fueron señaladas como formas de pensamiento equivocadas y que deberían ser sustituidas por la ciencia. Pero como dice Marina Garcés en Nueva ilustración radical:
“Para la ilustración no se trata de establecer cuál es el saber más acertado sino cuál es la relación más acertada con cada una de las formas de la experiencia y el saber. La apuesta no consiste, por tanto, en sustituir a la religión por la ciencia y hacer de ella, como se dice a menudo, una nueva religión moderna. La ilustración no es el combate de la ciencia contra la religión o la razón contra la fe. Esta es una simplificación reduccionista que distorsiona lo que verdaderamente está en juego. Lo que la ilustración radical exige es poder ejercer la libertad de someter cualquier creencia a examen, venga de donde venga, la formule quien la formule, sin presupuestos ni argumentos de autoridad.”
Si propongo aquí una nueva religión tampoco puede ser dogmática, sino que sus ideas y creencias tienen que estar abiertas a la duda y la discusión. No debe importarle si has tomado una opción atea, agnóstica o si, por el contrario, prefieres creer que la realidad fue creada por un dios que se desentiende de las criaturas que aparecieron en su creación (deísmo) o si piensas que la naturaleza —todo y todas las seres vivxs— forma parte de un dios (panteísmo).
Se tratará de una religión en la que no va a ser necesario creer en nada, contrariamente a lo que sucede con las teístas, que te obligan a asumir que hay un ser que está siempre contigo, pendiente de lo que haces y que cuando mueras te va a juzgar en consecuencia, otorgándote un premio o un castigo eternos. De una que permitirá que mantengas unas creencias propias no teístas, animistas, incluso podrías tener unas budistas.
Esta organización de carácter religioso no va a tener dogmas de fe, aunque ha de construirse en torno a tres principios básicos:
1 Las criaturas humanas somos parte de la naturaleza y dependemos de ella, por tanto necesitamos unos ecosistemas sanos. No somos muy diferentes del resto de seres vivas.
2 Todas tenemos los mismos derechos y somos interdependientes, sin importar el género, el color de piel, la orientación sexual o las capacidades de cada una.
3 Tenemos que habilitar algún mecanismo para conseguir justicia en el reparto de la energía y los bienes que logremos extraer de la naturaleza de manera sostenible.
Estoy convencido de que se puede construir una religión sin fe, al estilo del pastafarismo1 o del Satanismo Laveyano2, pero con unos símbolos menos inquietantes que esta última y menos cómicos que la primera, y basada en la noción de comunidad, en los feminismos, el ecologismo, el antirracismo y la lucha LGTBIQ+. Todo lo relacionado con el satanismo tradicional irrita profundamente a la comunidad cristiana y perturba a una cantidad importante de quienes ya la han abandonado, que se acercarían a ese satanismo pero no lo hacen por su educación en la fe. En cuanto al pastafarismo o religión del Espagueti Volador —reconocida como tal en algunos lugares como Nueva Zelanda, donde se realizó alguna boda por este rito, mientras que en otros como Polonia fue catalogada como una de las muchas religiones paródicas que existen— su alto contenido humorístico supone que no sea seguida por un número significativo de población, al igual que ocurre con otras religiones paródicas.
El laicismo individualista ha llegado hasta donde le ha sido posible, pero solo progresa de forma significativa en los territorios con mayor IDH3, siempre que haya una cultura con tradición crítica y no demasiada adscripción religiosa. No es el caso de Singapur, Israel ni de los países de la península arábiga o su entorno. Parece como si necesitase de riqueza para seguir aumentando. Es lógico que un modelo así no tenga éxito en Latinoamérica, África o los países del sur de Asia. Y además, lo más probable es que en el futuro nuestras condiciones de vida vayan a peor, dada la destrucción de los ecosistemas naturales que estamos llevando a cabo, ahora a pasos agigantados, el cambio climático que está sufriendo la Tierra y el desequilibrio que supone que este tenga unos recursos limitados —a cuyos límites ya hemos llegado—, mientras el sistema capitalista busca siempre el crecimiento infinito.
Hay que tener en cuenta que en casos de dificultades económicas las religiones cobran fuerza, pues tienen una gran función agregante, o en un lenguaje más social, un importante componente comunitario.
El heteropatriarcado es algo que ha caracterizado a prácticamente a todas las religiones (salvo a la Wicca), y su influencia en las sociedades que las crearon era todavía más fuerte de lo que es hoy, de modo que consideraron un gran pecado las relaciones homosexuales y fomentaron visiones horribles de las mujeres libres, con el mensaje de que solo podían ser buenas si se comportaban como muñequitas manejadas por los hombres.
Para las personas irreligiosas, como las de mi entorno, o incluso yo mismo —hasta que decidí comenzar este texto—, las religiones siempre han supuesto algo muy negativo. Hasta ahora se podría considerar que, al tiempo que han ofrecido consuelo ante la muerte, nos han llenado la mente con unos principios absurdos. No obstante, yo creo que no tiene que ser siempre así. Podemos construir una nueva, la Congregación del Infinito, que no sea misógina y que sea inclusiva, en la que se adscriban quienes tengan diferentes creencias no teístas, incluso materialistas4. Pareciera que para construir una organización de carácter religioso son indispensables planteamientos espiritualistas pero no es verdad, se puede hacer desde el más puro materialismo.
El patriarcado durante milenios ha dominado —y aún hoy domina— ampliamente pensamientos y comportamientos. Uno de los instrumentos que ha usado para hacerlo son las religiones. Hace falta una nueva realmente diferente: atea/agnóstica (o no teísta), no dogmática y ecologista, que luche contra la supremacía blanca, este maldito sistema patriarcal y la xenofobia. Una que, partiendo del respeto a la tierra y al medio ambiente en general, conociendo los límites del planeta y basándose en la igualdad y la no discriminación, pueda intentar disminuir la tristeza de la gente ante la desaparición de sus seres queridxs y aminorar la inquietud ante el futuro de su propia muerte, al tiempo que articula nuevas comunidades. Debemos intentar que los contextos en los cuales actuamos sean más igualitarios en este siglo y que, si bien el patriarcado va a continuar existiendo y hemos de perseverar en la lucha contra él, ya no pueda marcar tanto las vidas de las criaturas humanas. Herramientas muy útiles para intentar impedir que siga siendo hegemónico son la discriminación positiva y lo que yo llamo “listas cremallera no binarias”5. Las viejas religiones teístas siempre lo han sostenido. Incluso en las últimas décadas, cuando los cimientos del sistema patriarcal han empezado a hundirse, han apuntalado el edificio.
Que si la mujer salió de una costilla, que si no pueden oficiar misa, que si mujeres y hombres (por supuesto, no existen las personas de géneros no binarios) tienen que estar separadxs en los lugares de culto, que si no pueden realizar varias actividades, que si tienen que vestir con decoro, que si no pueden tocar instrumentos musicales, que si tienen que llevar en público el cabello cubierto con tela o peluca… Encuentro de muy mal gusto incidir en que una mujer haya tenido o no relaciones sexuales con penetración y aludir a ella después como la Virgen de nosequé o la Virgen de nosecuantitos. Todo está organizado a partir de una terrible misoginia que logra obstaculizar las vidas de las mujeres. Intenta subyugarlas, pero como esto cada vez es más imposible, lo que consigue es ponerles impedimentos y dificultades en la tarea de equiparar su posición en la sociedad con la de los hombres.
Continuamente tenemos noticias de violencia contra las mujeres, de agresiones sexuales y de feminicidios. Son hechos contra los que toda la sociedad ha de seguir luchando cada día. Todo un sistema de terrorismo machista que se ha ido agudizando como reacción al auge de los feminismos, que tiene como resultado una enorme cantidad de mujeres muertas —también algunas criaturas, víctimas de la violencia vicaria— y que logra infundir miedo a la mitad de la población. La Congregación del Infinito debe crear centros comunitarios autónomos donde haya, entre otros, grupos de mujeres en los cuales se impartan talleres feministas, de los que el más necesario sería el de autodefensa para mujeres. No obstante, la programación de esos centros, además de otros asuntos como su uso para encierros de protesta, su régimen de limpieza o su horario de apertura, serán decididos por su propia asamblea. Se podrían realizar en ellos, talleres abiertos a todo el público de: agricultura ecológica, cultura de los Derechos Humanos y de la igualdad, reparación de bicis, idiomas, cocina vegana, juegos de mesa… Los talleres funcionan como lugar donde, además de aprender, es fácil que socialicemos.
Igualmente, en cada centro comunitario sería deseable que se reuniese un grupo LGTBIQ+. También se pueden impartir talleres de autodefensa, específicamente dirigidos a quienes nos identificamos dentro del acrónimo. Quizá así, antes de agredirnos, se lo piensen dos veces. Hemos de conseguir que mujeres y disidentes sexuales o de género sean efectivamente respetadxs. Es posible que intuyendo que formamos parte de una organización que debería a ser grande, esos machos acostumbrados al uso de la fuerza, no cometan unas agresiones violentas que en ocasiones se convierten en asesinatos y que frecuentemente tienen como víctimas a mujeres cis y trans o personas de géneros no binarios. Puede que esto nunca ocurra no obstante, merece la pena intentarlo.
Todas las organizaciones no feministas adolecen de un tremendo exceso de representación masculina (a menudo señoros o machirulos) en sus cuadros dirigentes, debido a la fuerza del sistema patriarcal. Este es el que produce el verdadero borrado de las mujeres. Demasiadas mujeres que se definen como feministas radicales, exhiben comportamientos tránsfobos y se centran en luchar contra las que apoyan la causa queer que, por otra parte, también pueden ser feministas radicales. Toda esta lucha a quien beneficia, sin duda, es a lxs agentes del patriarcado.
Quienes no vivimos como el sistema patriarcal esperaría, hemos de exhibir más unión, empoderarnos y proyectar una imagen de fuerza, pero para ello tenemos que dejar atrás el individualismo exacerbado que ha sido predominante desde hace bastantes décadas. Debemos organizarnos mejor, al menos de un modo tan eficaz como el de aquellxs que se encuentran todos los fines de semana en sus diferentes templos. En torno a una entidad religiosa radicalmente diferente a las que conocemos, lo conseguiríamos y podríamos lograr que se formasen comunidades —autogestionadas y con fuertes relaciones de cuidados entre sus integrantes— de mujeres, personas de géneros no binarios y hombres en diversos lugares.
Es indignante comprobar la cantidad de víctimas provocadas en el mundo por las violencias machistas, las agresiones racistas y las que van dirigidas a LGTBIQ+ y está en nuestra mano construir un movimiento fuerte que pueda amedrentar en algún caso a la gente que las comete.
1 El pastafarismo o religión del Monstruo del Espagueti Volador, desarrollada en 2005 por Bobby Henderson como una protesta social ante la amenaza realizada por el Estado de Kansas, de incluir en las escuelas públicas, la hipótesis teológica del diseño inteligente como alternativa a la teoría de la evolución. Posteriormente adquirió bastante notoriedad gracias a su difusión por varios medios de comunicación.
2 Religión creada en 1966 por Anton Szandor LaVey en California denominada Iglesia de Satanás, con una filosofía materialista y muy influenciada por Friedrich Nietzsche y Ayn Rand.
3 Índice de Desarrollo Humano. Se trata de un indicador elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y que clasifica a los Estados según diferentes variables como el ingreso per capita, la esperanza de vida, la tasa de alfabetización, etc. Sin embargo, no incluye indicadores de igualdad de género ni respecto a las personas que migran a esos países.
4 Todas las veces que uso está categoría estoy hablando de una tendencia filosófica que subraya que la materia es la que produce la conciencia. Para otras acepciones del término usaré la palabra consumista. https://es.wikipedia.org/wiki/Materialismo
5 Unas listas en las que se alternan hombres con mujeres que, en cualquier caso, podrían ser sustituidos o sustituidas por personas de géneros no binarios.