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¿Cómo nos organizamos históricamente? ¿Qué pasó (primero en este continente y después en otras áreas del planeta) en los últimos siglos? 5/7

Emma Goldman (1869-1940) fue una mujer dedicada a la causa obrera, no una teórica o alguien que escribiese sobre Dios o las religiones. A pesar de ello, nos dejó artículos como La filosofía del ateísmo, donde se muestra muy optimista pues afirma que el teísmo está siendo sustituido por el ateísmo y que “hace tiempo que el teísmo se habría venido abajo sin el apoyo simultáneo del dinero y el poder”. Tras participar en varios conflictos y después de algunas estancias en la cárcel, fue deportada de los EE UU, a los que había emigrado desde la Rusia zarista en la que nació. Vivió en la URSS entre 1920 y 1922 pero no le gustó lo que encontró. De esa época son My Disillusionment in Russia (Mi desilusión en Rusia) y My Further Disillusionment in Russia (Mi posterior desilusión con Rusia). Murió en 1940 en su exilio canadiense, un año después de que la II República Española —con la que había colaborado— perdiera la guerra y mientras Hitler invadía países en Europa. Parecía que la extrema derecha —en aquel momento bajo la forma de opresivos sistemas, como el nazismo, el franquismo o los fascismos de distintos países— se iba a adueñar del mundo. Pero no lo hizo. Ahora también lo parece, usando un sistema de democracia representativa en el que apenas se permite votar a quienes no están nacionalizadxs. Hemos de organizarnos más para conseguir que de nuevo no lo logre. Con las dificultades económicas que traerá un planeta dañado con un clima cambiado y menos recursos cada año, será posible que crezca aún más una extrema derecha que ya está muy bien situada. Es necesaria una alternativa a las ideologías neoliberales hegemónicas.

Virginia Bolten (1876-1969) fue militante, anarquista, sindicalista y feminista. En 1899 dirigió la edición de la ciudad argentina de Rosario de La Voz de la Mujer, un periódico anarco-feminista que salió en 1896 y 1897 en Buenos Aires, cuyo lema era era “ni Dios, ni patrón, ni marido».  Virginia participó en diversas acciones en la ciudad de Rosario  y otras de Argentina hasta que finalmente en una de sus detenciones fingió ser uruguaya y fue deportada al país vecino donde escribió para la publicación La acción obrera. Años después se apartó de la primera línea, si bien continuó ligada al movimiento anarquista. Escribía en Montevideo en 1908:

“Un Dios al que le toman la sangre todos los días en diferentes partes del mundo; un Dios que se traga y se digiere nos da una pobre idea de su potencia; un Dios que murió por redimir el mundo, y que está sin redimir a pesar de 19 siglos de muerte anual, su omnipotencia nos resulta impotencia; su poderío debilidad, porque sólo reina en cerebros débiles y enfermos, su justicia el colmo de la injusticia; su fuerza es degeneración porque sólo le agrada lo bestial y nuestra repugnancia por lo natural permitiendo los conventos y castigando a las madres y a los hijos hasta la cuarta generación, por un pecado que no le es. En resumen para tener un Dios cruel, infame y vengativo, que sólo se ocupa de nosotros para el mal, preferimos pasarnos sin él”.1

Bertrand Rusell (1872-1970), filósofo y matemático británico que en su vejez protestó contra la Guerra de Vietnam y las armas nucleares, publicó varios textos en los que proclamaba su ateísmo. En uno de ellos ¿Por qué no soy cristiano? escribe:

“En este mundo, podemos ahora comenzar a entender un poco las cosas y a dominarlas un poco con ayuda de la ciencia, que se ha abierto paso frente a la religión cristiana, frente a las iglesias, y frente a la oposición de todos los antiguos preceptos. La ciencia puede ayudarnos a librarnos de ese miedo cobarde en el cual la humanidad ha vivido durante tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos a no buscar ayudas imaginarias, a no inventar aliados celestiales, sino más bien a hacer con nuestros esfuerzos que este mundo sea un lugar habitable, en lugar de ser lo que han hecho de él las iglesias en todos estos siglos.”2

En 1950 le conceden el Premio Nobel de Literatura. Rusell, que entre otras cosas era un aristócrata, se convirtió en un decidido anticomunista tras comprobar en la Unión Soviética (como Emma Goldman) en qué había quedado la Revolución de Octubre. 

Igual de anticomunista fue siempre Ayn Rand (1905-1982). Exiliada a EEUU desde la URSS, trabaja en Hollywood, publica en su país de acogida varias novelas, una serie de ensayos en los que alaba las virtudes del individualismo y una importante obra filosófica. Su figura de intelectual atea escandalizaba, periódicamente a través de la televisión, a la sociedad estadounidense del siglo XX.

Frantz Fanon (1925-1961), nacido en Dominica, denunció el colonialismo y el racismo con el que operaban los gobiernos europeos, que colonizaban las mentes y, aunque consiguieron incluso que algunos de quienes eran colonizados se convirtiesen en soldados y se jugasen la vida por ellos —como hizo el propio Fanon en la II Guerra Mundial—, después blanqueaban su presencia en sus ejércitos3. Una vez terminada la guerra, las metrópolis pretendían seguir controlando sus países. 

Escribe en Los condenados de la tierra, libro publicado tras su muerte en 1961:

Pero los comunicados triunfantes de las misiones, informan realmente acerca de la importancia de los fermentos de enajenación introducidos en el seno del pueblo colonizado. Hablo de la religión cristiana y nadie tiene derecho a sorprenderse. La Iglesia en las colonias es una iglesia de blancos, una Iglesia de extranjeros. No llama al hombre colonizado al camino de Dios sino al camino del Blanco, del amo, del opresor. Y, como se sabe, en esta historia son muchos los llamados y pocos los elegidos.4

Con el inicio de los procesos de descolonización —a veces ocurrió antes— las diversas iglesias cristianas cambiaron su personal y se constituyeron nuevas congregaciones. Sin embargo, lo que tardó más en cambiar es la imaginería que, a menudo sigue mostrando  un Jesucristo con poca melanina. Los imperios coloniales se fueron pero resulta obvio que allí se quedaron sus empresas, su moralismo religioso —que logra que en Uganda estén penalizadas las relaciones homosexuales— y sus Iglesias, entre otras cosas. 

Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Simone de Beauvoir (1908-1986) son dos existencialistas de convicciones ateas que formaron una pareja poliamorosa, avant la lettre. Nunca se casaron y acabaron convirtiéndose en un icono para las corrientes de pensamiento izquierdistas.

Sartre publicó en 1943 el ensayo El ser y la nada, antes y después de muchos textos de diferentes géneros, llegando a serle concedido el Premio Nobel de Literatura en 1964, galardón que rechazaría. En 1946 publica la transcripción de la conferencia El existencialismo es un humanismo. En ambas obras desarrolla sus tesis existencialistas en las que se muestra una criatura humana que es angustia, desamparo y desesperación y está guiada por la nada ante la inexistencia de Dios, hecho que lo condena a ser libre. Sartre, como gran parte de lxs filósofxs de la segunda mitad del siglo XX, consideraba el problema de la existencia o no de Dios como algo superado. Su muerte era algo que ya había certificado Nietzsche en el siglo XIX. No podían sospechar el gran auge que experimentarían el cristianismo y el islam con el desplome de la URSS y el principio del siglo XXI.

Simone de Beauvoir fue educada de pequeña para ser una buena cristiana. Pero a los quince años se da cuenta de que era atea. Con el tiempo comprende que la han educado además para ser mujer porque, como escribiría más adelante, “no se nace mujer, se llega a serlo”. Publica en 1949 El Segundo Sexo, texto que inaugura la segunda ola del feminismo. Las mujeres que desarrollaron diferentes teorías feministas en los sesenta habían leído este libro. Como escribe sobre ella Alicia Puleo  en la web Mujeres en red

“En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino «existencia», es decir «proyecto», «trascendencia», «autonomía», «libertad». Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida según lo entienda por el hecho de pertenecer al «segundo sexo», al sexo femenino, es dominación, es injusticia. Observemos que esta idea fundamental de «El Segundo Sexo» es hoy asumida por millones de personas que no han leído esta obra ni han oído hablar de ella.”5

En este fragmento de Memorias de una joven formal, la autora francesa nos muestra sus pensamientos sobre la muerte al no creer ya en Dios: 

“Hice otro descubrimiento. Una tarde, en París, comprendí que estaba condenada a la muerte. Estaba sola en el departamento y no refrené mí desesperación: grité, rasguñé la alfombra roja. Y cuando me levanté atontada me pregunté: «¿Cómo hacen las demás personas? ¿Cómo haré?» Me parecía imposible vivir toda mi vida con el corazón retorcido por el horror. Cuando el vencimiento se acerca, me decía, cuando uno ya tiene treinta, cuarenta años y piensa: «¿Será para mañana?» ¿Cómo se soporta? Más que la misma muerte temía ese espanto que pronto sería mío, y para siempre.

 Felizmente durante el año escolar esas fulguraciones metafísicas se espaciaron: me faltaba tiempo y soledad. En cuanto a la práctica de mi vida, mi conversión no la modificó. Había dejado de creer al advertir que Dios no ejercía ninguna influencia sobre mis conductas: nada cambió en ellas cuando renuncié a él. Yo había imaginado que la necesidad de la ley moral emanaba de él; pero se había grabado tan profundamente en mí que permaneció intacta después de su supresión. Mi madre no debía su autoridad a un poder sobrenatural sino que mirespeto daba un carácter sagrado a sus decretos. Seguí sometiéndome a ellos. Ideas de deber, de mérito, tabúes sexuales: todo fue conservado.”6

Simone de Beauvoir desmitifica conceptos tradicionales como el matrimonio, la familia o la maternidad y por ello fue muy criticada.

1  Texto que es parte de su artículo escrito en La acción Obrera nº 13 con fecha de 20/04/1908.

2 Bertrand Rusell: ¿Por qué no soy cristiano? Barcelona: EDHASA, 1979.

3 Este blanqueamiento del ejército de la Francia Libre se percibe en que numerosos soldados no blancos que participaron en el desembarco de Provenza, fueron reemplazados por otros blancos en agosto de 1944 y, aunque lograron pudieron desfilar con ocasión de la Liberación de París, su presencia fue hurtada en numerosos desfiles.

4 Fanon, Frantz: Los condenados de la tierra. Tafalla (Navarra): Txalaparta, 2022

5 Alicia Puleo: Simone de Beauvoir: filósofa existencialista, pensadora de nuestra libertad; en http://www.mujeredsenred.net/spip.php?article1274

6 Simone de Beauvoir: Memorias de una joven formal. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1967.

Por feminiateo

Soy un superviviente de un tumor cerebral pero no puedo caminar y me han quedado otras grandes secuelas. Me gusta escribir. Este es mi blog. infinito5.home.blog

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