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¿Cómo nos organizamos históricamante? ¿Qué pasó (primero en este continente y después en otras áreas del planeta) en los últimos siglos? 4/7

Mijail Bakunin (1814-1876) conoce a Marx durante la estancia de ambos en París. A pesar de sus posteriores desavenencias, en ese momento no son amigos, pero se toleran. Muchos años después, en 1869, el ruso escribe Federalismo, socialismo y antiteologismo en el que plantea que si Dios existiese entonces el ser humano sería su esclavo y como el ser humano es libre, Dios no existe. En él afirma:

““A menos, pues, de querer la esclavitud, no podemos ni debemos hacer la menor concesión a la teología, porque en ese alfabeto místico y rigurosamente consecuente, el que comienza por A debe llegar fatalmente a Z, y el que quiere adorar a dios debe renunciar a su libertad y a su dignidad de hombre:

Dios existe, por tanto el hombre es esclavo.

El hombre es inteligente, justo, libre, por tanto dios no existe.”1

Después ya de su muerte aparece Dios y el Estado, donde el autor sostiene que la imagen de Dios sirvió tradicionalmente al Estado para sofocar el espíritu de rebelión del ser humano y que si Dios existiese, no seríamos libres. Por lo tanto, habría que deshacerse de él.

John Stuart Mill (1806-1873) fue un filósofo, político y economista británico. Aun cuando en filosofía se dedicó a la lógica y la ética y fuera de ella, a temas propios de la política liberal de mediados del siglo XIX, en su Autobiografía relata su educación agnóstica:

“Permitirme a mí adquirir nociones contrarias a sus propias convicciones y sentimientos en materia de religión hubiera sido algo incompatible con las ideas que tenía mi padre acerca del sentido del deber. Desde un principio, me inculcó la doctrina de que nada podía saberse en lo referente al origen del mundo; que la pregunta «¿Quién me ha creado?» no podía responderse, ya que carecíamos de la necesaria experiencia y de la información adecuada para contestarla; y que cualquier respuesta que diéramos nos llevaría a enfrentarnos con dificultades todavía mayores pues la cuestión siguiente se nos presentaría de inmediato en estos términos: «¿Quién creó a Dios?».”2

Louise Michel (1830-1905) es una institutriz que participa en la insurrección de La Comuna de París y por ello es condenada a destierro en Nueva Caledonia. Durante la deportación conoce el pensamiento anarquista. En 1880 regresa y se dedica a dar discursos por Francia y los países cercanos a París. Durante su actividad pública sufre varios atentados. En uno de ellos, un monárquico la dispara y le mete una bala en la cabeza pero Michel se recupera. Es una gran defensora de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres y del divorcio.

En 1898, al final de su texto “La Comuna de París” escribe maravillada por el descubrimiento de los rayos X:

“Ya se puede ver a través de los cuerpos opacos; entonces nada hay que impida llegar hasta el final. Los mundos también gracias a la ciencia, entregarán sus secretos, y será el fin de los dioses, la eternidad antes y después de nosotros en el infinito de las esferas persiguiendo igual que los seres sus eternas transformaciones. ¡Ánimo, he aquí el germinal secular!”3

Friedrich Nietzsche (1844-1900) ve el cristianismo como “una religión de esclavos”, que impide desarrollar nuestra voluntad de poder —uno de sus conceptos clave—. Según él, está basada en un gran desprecio por la vida terrenal, por el cuerpo humano, por el sexo, por el placer y por el poder. En 1882 declaró la muerte de Dios en La gaya ciencia, hecho que representó un verdadero terremoto que trastocaba toda la realidad conocida hasta entonces. Quizá parezca que 1882 es demasiado pronto. ¡Se muestran tan fuertes hoy,  más de ciento cuarenta años después, las religiones patriarcales! A finales del siglo XIX, la muerte de Dios pudo ser “certificada” en ciertos países como Alemania o Francia y durante el XX, en importantes territorios de Europa,Occidental, algo que no ocurriría en otros especialmente cristianos, como por ejemplo, la España de Franco —llamada en ese tiempo la Reserva espiritual de occidente—, el Portugal de Salazar, Italia o la República de Irlanda. En 1918 Anatoli Lunacharski, Comisario de Instrucción Publica de la URSS, promovió un juicio contra Dios acusándole de múltiples crímenes contra la humanidad. Fue encontrado culpable y lo ejecutaron —si bien es difícil matar a alguien que probablemente no existe, hicieron disparos hacia el cielo— en un acto público4. La idea de que Dios había muerto, de que era una figura que ya no podía determinar nuestras vidas, es un concepto que se extendió por la Tierra de la mano de los Partidos Comunistas y que perdió fuerza desde las dos últimas décadas del siglo XX pero que ha quedado en la mente de un enorme número de personas de todo el globo.

Nietzsche se apoya en el eterno retorno, una imagen que seguramente parta de la Samsara o la clásica Rueda de las reencarnaciones, que pensadores como el especialmente misógino Schopenhauer (1788-1860) —partiendo de la base de que, hasta finales del siglo XX, la mayoría de los hombres escritores tenían opiniones muy negativas de las mujeres y minusvaloraban más que hoy sus capacidades— habían importado de filosofías y religiones orientales. Estas doctrinas sostienen que nuestra existencia es parte de una rueda en la que se repiten las sucesivas vidas y reencarnaciones. En Así habló Zaratustra aparece este concepto aunque también se muestra otro, en mi opinión muy desafortunado: el de Superhombre. El consejo del filósofo con respecto al Eterno Retorno sería: “haz que tu vida merezca la pena ser vivida una y otra vez”; frente al mensaje cristiano: “puedes tener una vida miserable pero si cumples los mandamientos y tienes fe, tendrás otra vida mucho mejor después de la muerte”.

La utilización de las del pensamiento de Nietzsche por parte de dictaduras del siglo XX, como el nazismo o los fascismos, así como su influencia en la visión de la humanidad de los regímenes también dictatoriales del llamado “socialismo real”, trajeron consigo una desvalorización de sus tesis cuando todos estos sistemas políticos cayeron, con el consecuente auge posterior de las viejas y patriarcales religiones teístas.

Sigmund Freud (1856-1939) publica en 1927 El porvenir de una ilusión. En ella realiza un dibujo psicoanalítico de lo que supone la creencia en dioses para el ser humano. Según él, las criaturas humanas se sintieron desvalidas al prever su propia muerte y al comprobar la capacidad de destrucción de los fenómenos naturales. Entonces se forjaron la ilusión de un padre que les protegiese. Freud escribe en su obra:

“Ya sabemos que la impresión terrorífica que provoca al niño su desvalimiento ha despertado la necesidad de protección -protección por amor-, proveída por el padre; y el conocimiento de que ese desamparo duraría toda la vida causó la creencia en que existía un padre, pero uno mucho más poderoso. El reinado de una Providencia divina bondadosa calma la angustia frente a los peligros de la vida; la institución de un orden ético del universo asegura el cumplimiento de la demanda de justicia, tan a menudo incumplida dentro de la cultura humana; la prolongación de la existencia terrenal en una vida futura presta los marcos espaciales y temporales en que están destinados a consumarse tales cumplimientos de deseo.”5

Teresa Mañé (1865-1939) es maestra y anarquista. Funda varias escuelas laicas, en las que apoya la educación mixta —en aquel momento era segregada— y aconfesional, defiende la igualdad de la mujer y el amor libre. Colabora intensamente en La Revista Blanca y su suplemento Tierra y Libertad en su primera época (1898-1905) y en la segunda (1923-1936), ya dirigida por su hija Federica Montseny6. Escribe:

“Pero si nosotros abogamos en favor de la libertad de enseñanza, no es para que podamos enseñar en las escuelas nuestras ideas ácratas, como los ortodoxos pretenden que se enseñe su religión; nosotros la queremos, sencillamente, porque queremos la libertad en todo y para todo, y porque tenemos confianza en nosotros, en nuestras ideas y en la misma libertad, que la consideramos superior a cuantas teologías y sistemas filosóficos puedan concebirse.”7

1 Mijail Bakunin: Federalismo, socialismo y antiteologismo. Madrid: Júcar, 1980.

2 John Stuart Mill: Autobiografía. En la recopilación de Cristopher Hitchens: Dios no existe: lecturas esenciales para el no creyente. Random House Mondadori: Barcelona, 2009.

3 Michel, Louise: La comuna de París: historia y recuerdos. Madrid: La Malatesta; La Laguna, Tenerife: Tierra de Fuego, 2014. 

4  Aquí se puede saber más sobre el promotor de este curioso juicio: https://es.wikipedia.org/wiki/Anatoli_Lunacharski

5 Sigmund Freud: El porvenir de una ilusión. Madrid: Taurus, imp. 2012

6  Federica Montseny Mañé (1905-1994) fue una política, sindicalista, anarquista y escritora española, ministra durante la Segunda República, siendo la primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España y una de las primeras en Europa occidental.  https://es.wikipedia.org/wiki/Federica_Montseny

7 Extraído de la web del Centre de Formació d’Adults Teresa Mañé http://www.xtec.cat/cfa-teresamanye/ensenyament_teresa.html

Por feminiateo

Soy un superviviente de un tumor cerebral pero no puedo caminar y me han quedado otras grandes secuelas. Me gusta escribir. Este es mi blog. infinito5.home.blog

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