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¿Cómo nos organizamos históricamente? ¿Qué pasó (primero en este continente y después en otras partes del planeta) en los últimos siglos? 3/7

Uno de los temas que más se trataron en la época de la Ilustración, es el de la intrusión de la religión en la política. Este asunto no solo fue debatido por los filósofos que publicaban sino que llegó, seguramente de igual modo, a los salones que organizaban mujeres ricas e instruidas para discutir diversas cuestiones y se fue haciendo más importante. La principal consecuencia de estas polémicas fue que, años más tarde, en la Revolución, el nuevo poder instó a una importante descristianización de Francia. 

En noviembre del año en el que comenzó se confiscaron diversas tierras y bienes de la Iglesia, en febrero de 1790 se suprimieron las órdenes religiosas y, en julio, la Asamblea Nacional Constituyente publicó la Constitución Civil del Clero, que quitaba a los sacerdotes sus derechos especiales, convirtiéndolos en funcionarios del Estado. El papa Pío VI la condenó al año siguiente. Se aprobó el divorcio y el Estado se hizo cargo de funciones como el registro de nacimientos, defunciones y matrimonios, tareas antes confiadas a la Iglesia Católica. 

Olympe de Gouges (1748-1793) recibió una formación muy básica pero suficiente para escribir como dramaturga. En sus obras los personajes hablan de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, de la necesidad del divorcio y la abolición de la esclavitud. Participó en la Revolución Francesa y publicó en 1791 la Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana como respuesta a la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano, aprobada con un par de años de anterioridad por la Asamblea Nacional. Detenida por su defensa de los girondinos, fue juzgada sumariamente y guillotinada.

Al principio del proceso revolucionario, en lugares como Notre Dame de París, se instauró el culto a la diosa Razón, entendida como una alegoría del pensamiento racional. Robespierre (1758-1794), tiránico líder entre 1793 y 1794, así como quienes le seguían, eran más partidarios de no estimular el ateísmo, de modo que instigaron un culto al Ser Supremo, en el que llegó a participar el dictador, durante alguno de sus desfiles por las calles de París.

Miles de clérigos y monjas colgaron los hábitos y una gran cantidad decidieron contraer matrimonio para no despertar sospechas sobre su fidelidad a la Revolución. Gran parte de aquellxs que abandonaron sus prácticas religiosas no las recuperaron jamás. Como resultado, Francia se volvió en poco tiempo un Estado mucho más laico que los de su entorno, algo que en adelante formará parte de sus señas de identidad. Además, con Napoleón algunos valores revolucionarios y la semilla del librepensamiento fueron propagados por Europa. 

Tras el segundo derrocamiento y destierro definitivo del emperador, vendría un período reaccionario denominado Restauración, que duraría en Francia hasta 1830, año de la revolución que trajo la “Monarquía de julio”, ya por fin constitucional, y que quedó superado definitivamente en Europa en 1848, año en el que se desataron numerosas revoluciones por todo el continente y se publicó el Manifiesto Comunista.

A lo largo del siglo XIX en Occidente la ciencia va sustituyendo a Dios como manera de explicar el mundo. Sobre esto, es muy significativa la anécdota protagonizada por Pierre Laplace y Napoleón Bonaparte, el que ha sido calificado como “ejecutor de la Revolución Francesa” que, por otra parte, había sido alumno del científico:

Se cuenta que cuando Pierre Simon Laplace(1749-1827) presentó a Napoleón su libro “Traité de Mécanique céleste”, éste —que había sido alumno suyo en la Escuela Militar— amigo de preguntas embarazosas, le comentó: “Habéis escrito un libro sobre el sistema del Universo, sin haber mencionado ni una sola vez a su Creador”. A lo que el autor contestó: “No he necesitado esa hipótesis, Sire”. La respuesta de Laplace hacía hincapié en el hecho de que 100 años antes, cuando Newton interpretó el funcionamiento del sistema solar utilizando su ley de la gravitación, no fue capaz de explicar ciertas irregularidades que deberían aparecer en algunas órbitas planetarias. Newton hacía entonces intervenir a Dios para corregir dichas anomalías y que el sistema siguiera siendo estable. Cuando le contaron a Lagrange1 este episodio, exclamó: “¡Ah, pero es una bella hipótesis, eso explica muchas cosas!”.2

En 1811, con 19 años, Percy Shelley (1792-1822) publica, en el actual Reino Unido, el panfleto La necesidad del ateísmo, lo que le valió la expulsión de la universidad de Oxford. Así que se casó por primera vez y se marchó a Escocia. Rápidamente se deterioró su vida conyugal, al tiempo que iba haciéndose seguidor de las teorías del librepensador William Godwin, viudo de la autora de Vindicación de los derechos de la mujer, Mary Wollstontencraft. Finalmente trabó amistad con él. Después se fugó con sus dos hijas casándose con el tiempo con Mary (1797-1851) —el matrimonio no era una de la prioridades de la pareja Shelley—, la autora de Frankenstein o el moderno Prometeo. Percy fue un conocido poeta romántico y planteó el ateísmo en Gran Bretaña, lo que era bastante comprometedor dada la religiosidad de la sociedad inglesa de aquella época.

Ludwig Feuerbach (1804-1872) nació en lo que hoy conocemos como Alemania, en el entonces independiente Estado de Baviera. En 1830, publica Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad. En el libro, el autor señala que las criaturas humanas morimos completamente y que no podemos esperar ninguna vida eterna después de la muerte. La inmortalidad es así, algo que se puede atribuir a la especie, no a cada persona individual. En 1841 publica La esencia del cristianismo, ensayo en el cual explica que es nuestra  especie la que creó a Dios en base a lo que no se cumple en nuestras propias características. En este libro escribe:

“La religión es la desunión del hombre consigo mismo: porque ella considera a Dios como a un ser opuesto a él. Dios no es lo que es el hombre    —el hombre no es lo que es Dios. Dios es el ser infinito, el hombre el ser finito: Dios es perfecto, el hombre imperfecto; Dios es eterno, el hombre temporario; Dios es omnipotente, el hombre impotente: Dios es santo, el hombre pecaminoso. Dios y el hombre son dos extremos: Dios es lo absolutamente positivo, el contenido de todas las realidades: el hombre es sencillamente lo negativo, el concepto de la nada.”3

Esta es la base de la idea de enajenación o alienación. Se muestra un Dios que es una creación del ser humano pero que cobra una especie de vida propia y lo domina. Este concepto fue retomado por Karl Marx (1818-1883) para la elaboración del socialismo científico.

Marx escribe en 1845 las Tesis sobre Feuerbach, pero no son publicadas durante su vida. En la tesis número 11 dice: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.» Para Marx no tiene sentido hablar de Dios porque no se ha demostrado su existencia, mientras que lo que sí que existe y ejerce una gran fuerza es la religión. La visión de Marx de la religión se basa en cómo el capitalismo se sirve de ella para mantener a lxs obrerxs adormecidxs mientras siguen produciendo. Escribe en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel:

“La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo”.4

En ese sentido la religión se muestra como una forma de alienación por dos razones: porque se centra en algo como es Dios creado por el ser humano que se independiza de sus creadores y porque promete un Cielo a lxs obrerxs, donde les va a resarcir de todas las penalidades que sufren en La Tierra, sirviendo de consuelo y evitando así la revolución.

Marx además apunta que la religión suele apoyar en realidad, no a las clases desfavorecidas —a pesar de que a menudo se encargue de prestar ciertos servicios sociales— sino a la clase dominante, fomentando que esta siga en el poder, favoreciendo que las circunstancias continúen siendo las mismas e intentando impedir que quienes las soportan se subleven.

1 Joseph-Louis Lagrange (1736-1813)  fue un importante físico, matemático y astrónomo que, aunque nació en Italia paso gran parte de su vida en Francia y en Prusia.

2 Texto extraído de una versión antigua de la web del Instituto de Física Corpuscular de la Universidad de Valencia.  https://ific.uv.es/rei/Historia/anecdotas2.htm

3 Ludwig Feuerbach: La esencia del cristianismo, Madrid: Trotta, 2013.

4 José Antonio Riestra: Karl Marx: escritos juveniles. Madrid: Emesa,1980.

Por feminiateo

Soy un superviviente de un tumor cerebral pero no puedo caminar y me han quedado otras grandes secuelas. Me gusta escribir. Este es mi blog. infinito5.home.blog

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